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Cetoanálogos en ERC avanzada: ¿son una herramienta clave?

Una mirada a cómo los cetoanálogos pueden apoyar la nutrición en pacientes con enfermedad renal crónica avanzada y retrasar la necesidad de diálisis.

Los cetoanálogos en enfermedad renal crónica avanzada son una herramienta clave para reducir toxinas urémicas y retrasar la necesidad de diálisis. La enfermedad renal crónica (ERC) en etapas avanzadas exige intervenciones que atenúen la carga de toxinas urémicas y retarden su progresión hacia las terapias de reemplazo renal (diálisis o trasplante renal). Las guías KDOQI 2024 recomiendan restringir la ingesta de proteína a 0,6–0,8 g/kg/día, o emplear dietas muy bajas en proteína (0,3–0,45 g/kg/día) suplementadas con cetoanálogos de aminoácidos para cubrir el requerimiento total cercano a 0,55–0,60 g/kg/día (1).

En el contexto de la ralentización de la progresión de la ERC, una dieta baja en proteínas es esencial. El propósito de esta dieta es reducir la ingesta de proteínas (especialmente de origen animal), que a diferencia de los carbohidratos y las grasas, no se almacena en el cuerpo y se cataboliza en productos de desecho: urea y toxinas. Con la progresión de la ERC, la eliminación de metabolitos nitrogenados se ve afectada, y su acumulación subsiguiente provoca el desarrollo de acidosis metabólica y el deterioro de la función de otros órganos. Las altas concentraciones séricas de urea se asocian con la formación de especies reactivas de oxígeno, lo que conduce al estrés oxidativo, la disfunción endotelial y la progresión de las enfermedades cardiovasculares. Un aumento en la ingesta de proteínas también incrementa la presión intraglomerular, con la consecuente hiperfiltración glomerular y el desarrollo de glomeruloesclerosis y daño tubulointersticial (2).

Las dietas basadas en plantas suelen aportar menos sodio y menos ultraprocesados, con efectos favorables sobre microbiota, inflamación sistémica y acidosis. Dietas como la mediterránea, vegetariana o vegana con alimentos no procesados se han asociado con menor descenso en la tasa de filtración glomerular, menos proteinuria y mejor control ácido-base (2).

A diferencia de las proteínas de origen animal (que contienen aminoácidos esenciales [AAE] en proporciones similares a las de la proteína del músculo esquelético humano), las proteínas vegetales son más limitadas en ciertos AAE, especialmente metionina y lisina. La variedad y cantidad limitadas de alimentos disponibles para dietas bajas en proteínas también pueden llevar a niveles marginales o deficientes de algunas vitaminas y minerales. En condiciones médicamente supervisadas, la suplementación con cetoanálogos permite aportar sustrato para síntesis proteica sin añadir carga nitrogenada, preservando masa muscular y evitando caquexia, a la vez que se reduce la producción de desechos nitrogenados (1)(2).

En pacientes con ERC avanzada, este enfoque ―dieta vegetal baja o muy baja en proteína suplementada con cetoanálogos― ofrece un beneficio clínico relevante: retrasar la transición a enfermedad renal terminal y postergar la necesidad de diálisis. Dado que iniciar diálisis aumenta la carga de morbilidad y mortalidad, toda intervención nutricional que retrase ese hito aporta valor clínico tangible (1).

Mensajes para la práctica clínica

  • Considerar restricción proteica en ERC no dialítica avanzada según KDOQI 2024.
  • Favorecer patrón basado en plantas: menos toxinas urémicas, mejor microbiota, menos acidosis.
  • En dietas muy bajas en proteína, suplementar cetoanálogos para cubrir requerimiento sin carga nitrogenada.
  • Supervisión médica y nutricional estricta: riesgo de deficiencias sin suplementación adecuada.
  • Objetivo clínico: retrasar progresión y postergar necesidad de diálisis.