Omega-3 y cáncer: evidencia clínica y su papel en la caquexia
El papel de los ácidos grasos omega-3 en pacientes con cáncer y caquexia: beneficios, evidencia y recomendaciones clínicas.
La relación entre omega 3 y cáncer ha despertado gran interés por su papel en la reducción de la inflamación y la preservación de la masa muscular en pacientes con caquexia. La caquexia asociada al cáncer es un síndrome complejo, caracterizado por pérdida de masa muscular, alteraciones metabólicas y una marcada inflamación sistémica. Se presenta en más del 50% de los pacientes oncológicos y es responsable de cerca del 20% de las muertes en esta población. Además, se asocia con peor tolerancia a los tratamientos, mayor toxicidad, reducción en la calidad de vida y menor sobrevida.
Ante la limitada eficacia de los tratamientos convencionales, la nutrición clínica ha adquirido un rol central en su manejo. Entre las estrategias más prometedoras destacan los ácidos grasos omega-3, nutrientes con propiedades antiinflamatorias, inmunomoduladoras y protectoras frente a la pérdida de masa muscular (2). La evidencia científica, derivada de ensayos clínicos y metaanálisis, respalda cada vez más su uso como parte del abordaje integral en pacientes con cáncer. Esta revisión sintetiza la evidencia clínica disponible sobre el papel de los omega-3 en la caquexia asociada al cáncer y en la mitigación de sus complicaciones.
Estado corporal e inmunidad
Los niveles de omega-3 suelen ser bajos en la población general y también en pacientes con cáncer (1). Ensayos clínicos muestran que la suplementación oral con EPA y DHA aumenta de forma rápida los biomarcadores corporales de estos ácidos grasos (2) y mejora la respuesta inmune. En pacientes sometidos a cirugía de cáncer colorrectal, la suplementación preoperatoria con omega-3 (Supportan®, 2 g EPA + 1 g DHA/día) redujo mediadores inflamatorios proinflamatorios y elevó los antiinflamatorios (3). En cáncer de mama, la suplementación durante la quimioterapia (4.4 g/día) ayudó a preservar la función inmunitaria (4).
Metaanálisis recientes confirman que la suplementación con omega-3 en pacientes oncológicos disminuye complicaciones infecciosas, reduce la estancia hospitalaria y mejora parámetros inmunológicos como el aumento de linfocitos CD4+ (5).
Propiedas antiinflamatorias
La inflamación sistémica persistente es uno de los principales motores de la caquexia. Los omega-3 han demostrado reducirla de manera significativa. Un metaanálisis de 17 ensayos con 916 pacientes evidenció menores niveles de proteína C reactiva tras la suplementación (9). Otro metaanálisis con más de 2000 participantes mostró reducciones en citocinas clave como la IL-6 y el TNF-α (10). Estos resultados confirman la capacidad de los omega-3 para modular la inflamación y apoyar la respuesta terapéutica.
Peso corporal y masa muscular.
La pérdida de peso y masa muscular es un signo característico de la caquexia. Estudios en pacientes con cáncer de cabeza y cuello reportaron que la suplementación con EPA (Supportan®, 2 g/día) durante seis semanas mejoró el peso, la masa magra y la calidad de vida (13). En niños con leucemia linfoblástica aguda, dosis ajustadas de omega-3 (100 mg/kg/día de DHA + EPA) ayudaron a reducir la pérdida de masa magra (14).
Metaanálisis recientes muestran una relación dosis-respuesta positiva: cada 1 g/día adicional de omega-3 se asocia con incremento de peso corporal, con beneficios hasta 4 g/día (15). En línea con estos hallazgos, la guía ESPEN recomienda considerar la suplementación con omega-3 para estabilizar el apetito y preservar la masa magra en pacientes con cáncer avanzado (18).
Apetito, toxicidades y sobrevida.
Además de su efecto metabólico, los omega-3 parecen modular el apetito mediante la acción sobre neuropéptidos y citocinas inflamatorias (19,20). Ensayos en pacientes con cáncer gastrointestinal mostraron mejoría en el apetito y menor pérdida de masa muscular durante la quimioterapia con aceite de pescado (3.6 g/día, 9 semanas) (21).
En cuanto a la toxicidad, metaanálisis y ensayos clínicos han evidenciado que la suplementación con omega-3 puede atenuar la cardiotoxicidad inducida por doxorrubicina en niños con leucemia (23), reducir la incidencia de neuropatía periférica (24) y mejorar la tolerancia a los tratamientos oncológicos, incluyendo menor dolor y mucositis oral (22).
Finalmente, aunque algunos estudios no han mostrado cambios significativos en peso o masa magra, sí reportan mejoría en la calidad de vida y, en ciertos casos, incremento en la supervivencia global (25).
La suplementación con ácidos grasos omega-3 representa una estrategia nutricional prometedora en oncología, especialmente en el manejo de la caquexia y sus complicaciones. Su impacto se refleja en la reducción de la inflamación, la preservación de la masa muscular, la mejora del apetito y la disminución de toxicidades derivadas de los tratamientos.
Las guías internacionales ya incluyen a los omega-3 como parte de las recomendaciones en pacientes con riesgo de desnutrición. No obstante, se requieren ensayos más amplios y homogéneos que permitan establecer con mayor precisión las dosis óptimas, la duración y las condiciones clínicas en las que se obtiene el mayor beneficio.

